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Durante muchos años el término “Transformación Digital” pasó sin pena ni gloria en sesudos tratados ocultos en las estanterías de bibliotecas universitarias o en flamantes informes de grandes consultoras que nunca llegaron a suponer la venta deseada. Son miles sino millones el número de conferencias y conferenciantes los que hoy sientan cátedra sobre el tema. Yo mismo he dado charlas de Transformación Digital en mi compañía. Eso dice mucho de mi… y de mi compañía.
Si echamos un ojo rápido a la evolución del término usando Google Trends, veremos que antes del año 2014 el volumen de búsquedas global sobre Transformación Digital era similar a la de la cría del canario. ¿Qué pasó ese año? Nunca lo sabremos a ciencia cierta. Lo más probable es que un batallón de consultores se aliara con alguna firma de marketing moderna para, previo secuestro de unos cuantos tecnólogos con criterio, buscar una manera de hacer entender al mundo empresarial e industrial moderno que o se movían para adoptar los avances tecnológicos exponenciales que asaltaban sus sectores o desaparecerían en pocos años.
Mientras que para el mundo empresarial les bastó con sacar el término “Transformación Digital” de la UCI, para la Industria y en un alarde de creatividad inventaron el termino “Industria 4.0”. Que sepáis que algunos, los más arriesgados, se atreven incluso a rizar el rizo mezclando esos conceptos para obtener “La transformación digital en la Industria 4.0” sin que el mundo haya involucionado aún.
Nota: Estoy de acuerdo que los responsables de marketing de negocio deben comer. Y estoy de acuerdo que de tanto en cuando debamos acuñar nuevas palabras que nos ayuden a cerrar nuevos conceptos o, al menos, a agrupar unos cuantos dispersos para que entre todos podamos entendernos. Nunca me atrevería a hablar mal del marketing. Es algo natural y necesario.
En mi humilde opinión, la transformación digital no es más que los intentos desesperados de muchos para alcanzar el tranvía de la Innovación y la tecnología que se les escapa. Y para ello seguro que encontraran a un batallón de abnegados consultores que les ayudaran. Tan solo hacer notar una cosa: la transformación supone cambio y ahí es donde comienza el problema. Porque nos encontramos entonces con el eterno dilema entre la explotación y la exploración, entre los innovadores y los casposos, entre los soñadores y los realistas.
